sábado, 24 de noviembre de 2007

Vuelo de despedida






Había una vez un sueño que era muy chiquito, muy travieso y juguetón. Y ese sueño un día se unió a otros iguales a él. Pero ya sabemos que ningún sueño puede vivir sin tener una vez al día, alguien que lo elija y se adueñe de él. Ellos también comprendían muy bien que para existir tenían que ser soñados para no convertirse en otra cosa.
Pero estos sueños crecieron y aprendieron a existir solos y de la única manera posible, soñándose a sí mismos. Soñarse uno mismo es cerrar los ojos, pensar en lugares exóticos, aventuras increíbles, personajes entrañables y todos los seres que siempre nos acompañan. Si uno logra todo eso podrá saltar nuevamente al mundo.
Y aquí estamos viendo cómo todos los sueñitos que crecieron ya están saltando esta etapa para andar solos, soñándose a sí mismos y buscando los caminos que los hagan transitar por nuevas ilusiones.
Gracias por dejar que nosotros los docentes los soñemos. Fueron muchas experiencias compartidas y hermosos momentos para recordar de este tramo de sus vidas. Ahora, a volar, a soñar, a dejar que los sueñen y a saltar al mundo para transformarlo.
¡Mucha suerte! ¡Los quiero mucho!



Elizabeth